Nos hemos roto el uno al otro. De alguna manera u otra el amor nos ha llevado a hacer tonterías, a caer en una vorágine de dolor y amargura.
¿Cómo puede explicarse que desee besarte a todas horas, y yo no sea tuya ni tú, claro, mío? ¿Cómo se entiende que anhele recorrer cada centímetro de tu piel con mis labios, y borrar todo rastro de daño o desconfianza?Y es que te quiero, te quiero más que a él y más que a nadie. Siento tantas cosas que mi único motor de vida hoy es llorar, llorar la muerte de un amor que pudo ser y tal vez nunca llegue a consensuarse. Porque, ¿Y sí cuando le bese sólo pueda pensar en ti? ¿Y sí cuando me abrace tenga que imaginar que son tus brazos los que me arrullan para poder soportarlo? Necesito, necesito probar de ese fruto prohibido que tú eres, a pesar de que sepa con toda certeza que mi corazón acabará pisoteado y demacrado, porque en el fondo eres todo aquello que esperaba toda mi vida, conformas esa cosa que yo llamo "perfección", con tus malas maneras, tu afición a las mujeres, tu forma de sacarme de quicio, pero también esos ojos que me enamoran con sólo perderme en ellos, esa boca que provoca todo un mar embravecido de deseo, un día más que tormentoso en mi interior. No sabes cuánto me gustaría que no formaras parte irremplazable de mi corazón, cuánto preferiría no morir de celos cuando le dices que la quieres, cuando le das un cariño que, ¡Oh, cuánto haría yo por recibir!
Y es que me enamoré. Caí rendida al embrujo de Cupido y él sólo juega conmigo, cual títere. Me perdí entre todas tus muestras de afecto, entre esas tardes y noches locas imaginándonos cómo sería nuestra primera vez juntos, ambos entre lo que yo pensaba era lujuria. Todos los planetas, demonios y ángeles se conjuraron para hacerme caer en tus brazos, y, vaya batacazo...
No puedo describir la amalgama de sentimientos que experimento cuando veo tus dedos bailar sobre la guitarra, cuando tus manos juegan sobre un piano, vigorosas, espléndidas. Cuando tus brazos me miman,de tu boca sale esa maravillosa melodía que es tu risa, tu voz, que me invita a soñar, a soñarte. Cuando entre tú y yo nace ese vínculo, mientras compartimos una pieza que habla de todo lo que te quiero, y tú, iluso, ingenuo, no sabes nada, no eres consciente. Porque me conoces como sólo tú sabes conocerme.
Me has destrozado mi perfecta compostura, el muro que había creado para apartarme y aislarme de todo sentimiento que me afectara. ¿Y tú? ¿Alguna vez has estado muriendo por hablar conmigo? ¿Has echado de menos cada momento que pasamos juntos, cada nota que compartimos, cada te quiero que nos dijimos? ¿Has percibido que tu estómago se hace un revoltijo por un simple "hola"?
Puede que no seas un perfecto caballero, que te alejes mucho del prototipo de chico que mis padres desearían para mí, que me rompas y sepas arreglarme sin darte cuenta, que me hagas morir y luego me resucites, que me mandes al inframundo y luego, en un abrir y cerrar de ojos esté en el Olimpo. ¿Qué voy a hacer? Esa es mi pregunta, la pregunta del millón ahora mismo en mi vida. Y voy más allá, ¿me extrañarías sí hoy debiera marchar? Sí debiera dejarte ¿Correrías tras de mí, me abrazarías, me asegurarías que todo empezará a mejorar? Tantas dudas, infinitas palabras guardadas en tinta de un papel que sé, acabaré destrozando, presa de mi ira cuando tú me hagas sentir el último ser del mundo, y que luego lamentaré haber perdido, porque no quiero que mi fuego acabe con tu hielo, quiero un punto de inflexión en que nuestra loca existencia marque un punto en la balanza, y podamos ser medianamente felices, con nuestras peleas, celos y demás.
Pero para ello, tú, y sólo tú debes cerciorarte de que no te defraudaré, que todo lo que fui antes ha muerto y que ahora somos sólo tú y yo, nosotros. Debes aprender a valorarte, a estar seguro de que no te dejaré ir jamás, y lo más importante, quizás;tienes que quererme a pesar de todo, darme ese punto de apoyo del que tanto hemos hablado, que no me hagan falta las palabras de los demás porque poseo las tuyas. Que nos amemos entre las tempestades de la vida y tú, sólo tú, me digas que soy esa persona en la cual no puedes dejar de pensar, que estés siempre al final del camino cuando corra a tus brazos, que pueda estar tranquila, porque de alguna manera siempre velas por mí y me cuidas. Porque yo te quiero, sí, un mundo, dos y tres ¿Sabes?, pero eso tal vez no sea suficiente.